Felipe V (1700-1746) introduce
nuevas fórmulas políticas e institucionales, que supondrán la llegada del
modelo de monarquía absoluta: origen divino del poder, concentración en manos
del rey de todos los poderes del Estado, irresponsabilidad del rey (no da
cuentas de sus actos). Además, se introduce la ley sálica (exclusión de las
mujeres del trono).
El modelo de monarquía borbónica
será centralizado: los reinos de Aragón y Valencia perdieron sus instituciones
propias (fueros y privilegios), mediante los Decretos de Nueva Planta, por
apoyar al bando Habsburgo; Navarra y las provincias vascas mantuvieron sus
fueros; se extienden las leyes de Castilla (el reino más extenso y poblado); las
Cortes de Castilla se convirtieron en Cortes de España, pero pierden
atribuciones.
En cuanto a la administración, en
la administración central se sustituyen los Consejos por Secretarias de
Despacho (futuros ministerios), nombrados por el rey, que ejercen el gobierno
por delegación suya. En la administración provincial se divide el territorio
español en provincias (gobernados por capitán general, Audiencia e
intendentes). En las ciudades, se mantienen los corregidores y en América los virreinatos.
En cuanto a la economía, se creó
un fondo común que reunía los recursos del Estado, dirigido por el Secretario
de Hacienda. Se intentó un catastro para inventariar las propiedades y riquezas
del país que acabó aplicándose solo en Cataluña. Se limitaron los privilegios de
la Mesta y se estableció la honorabilidad de profesiones.
Para avanzar en la cohesión cultural
del país, se crea Real Academia Española (1713) que unifica el idioma.
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